18.12.12

No seas cruel, querido.


“Our time is running out, you can’t push it underground, you can’t stop it screaming out”



Pasaba una y otra vez.

Presumiendo su eternidad, su alcance, su poderío.

Estuvo cuando nací, en mi fiesta de tres años, en el concurso de conocimientos donde quedé en segundo lugar, en mis graduaciones, en mis conflictos, en mis peleas y en mis pesares. También fue testigo de mis mejores días y de mis carcajadas más fuertes, eso no puede negarse.

Siempre me busca pero lo ignoro y hago como que no está, la verdad es que le tengo miedo desde que recuerdo; si no era porque temía que se llevara a mis padres, era porque sabía que no había plazo que no se cumpliera, así fuera un examen o un tenemos que hablar, siempre llegaba. Entonces cuando soy yo la que quiero hablar con él sucede lo mismo y finge que no me ve, que no me escucha, que no me siente: que no estoy.

Quisiera no tener que pedirle nada pero me es inevitable, me tiene desde que di mi primer grito cuando salí de donde nunca debí: el vientre de mi madre. Ese lugar cálido, húmedo y seguro. Es el mejor búnker que he tenido pero fue él mismo quien decidió que sólo estuviera nueve meses y una semana dentro, me concedió una semana más, ¡qué benevolente!

Pasaron veintidós años y de repente me di cuenta que ya era su esclava y él gustaba de mover mi mundo cuando y como quería. No tenía opción, yo era suya pero él mío no.

Todos los días, o las noches, viene a susurrarme que seguirá pasando y no puedo hacer nada contra él, es cuando mi sumisión brota, agacho la mirada y dejo que pase incluso abriéndole camino. Soy indefensa e inútil ante él, está escrito que siempre me llevará la delantera. Yo sigo viendo al suelo, esperanzada a que en mi camino me encuentre una moneda de la suerte o algo que me distraiga. Nunca pasa.

Justo ahora está aquí, diciéndome que me resigne, que pasó, pasa y  lo seguirá haciendo, que no hay vuelta atrás, que el hubiera existe, pero no, y que me queda menos para arrepentirme de lo que hice o dejé de hacer, que no me desgaste, que mis decisiones fueron mías solamente y hay que aprender a vivir con sus consecuencias. Es sensato el maldito. Es cruel, es duro y no sabe de tacto pero sigue conmigo, es mi compañero.

"Yo sólo paso y tú estás para mí porque no es tu obligación, es tu naturaleza".

Entonces me quedo sentada, esperando que camine de la forma en que más le agrade, sé que seguirá hasta que se me acaben las letras pero espero que no siempre esté recordándome su omnipresencia.

Sé que es inevitable que sigas pasando pero te pido seas amable. De cualquier manera yo siempre voy a estar donde tú digas, querido tiempo.

Creo que te odio.

4.12.12

Sólo siente.



Y cuando se dio cuenta, su noche se había convertido en un festival de colores, no precisamente los más alegres, pero dentro de su gama, muy expresivos.

En un principio, la intención era hacer la letra de una canción que alguien le había pedido pero terminó sacando más que eso de ella. No podía ocultar su esencia; sus tonalidades iban del negro al gris hasta llegar al azul. Todos tan sombríos como lo estaba ella en ese momento. Dieron las 4 de la mañana y había pasado una, dos, tres horas mientras no lograba ver claro. De verdad le era difícil pensar cuando lo sentía como una orden.

Intentando escarbar en sus recuerdos para ver si lograba obtener cualquier cosa, finalmente pudo explicar algo de lo que la angustiaba desde días atrás. De esas angustias que son infundadas y no encuentras su raíz por más repasos que hagas. Había llegado a la tan frecuente y nada gloriosa “sensación fetal”.

En fetal con los ojos abiertos pero siempre lagrimando y con el corazón golpeándole como si tuviera puños, como si se hubiera puesto guantes, el muy desgraciado, y fuera el pecho aquella pared que quería derrumbar. Es ese malestar de sentirse más pequeña y ahí adentro hubiera “ella” dentro de sí misma en igual posición y con el mismo miedo. Entonces se mete más adentro y dentro del feto, visto en toma aérea, hubiera otro y otro y otro, cada uno superando el temor del anterior. Ahí es donde empieza a rasguñar su cara, la de la posición fetal principal, donde siente la desesperación más grande y empieza a golpear como alguien que es enterrado vivo dentro de su caja y quiere salir de ella misma. Después nota que está en un loop que no termina, que el feto es infinito y que no va a salir de ahí. Cierra los ojos y se ve en cada cigoto; y el que sigue y el que sigue, entonces se hunde, la cama es inmensa, se pierde como un barco en medio del mar esperando a ser rescatado. Rezar no sirve, ya lo comprobó.

En esos momentos deja de vivir; ni duerme, ni piensa, ni respira, sólo siente.


“A monkey’s built a house on your back, you can’t anyone to come in the sack”

26.11.12

¿Algún problema?


Su problema es que trae con él una tristeza que no es suya.

Le pareció tan fácil vivir como un ladroncillo cualquiera cuando era joven que terminó robándole un sentimiento vacío a alguien más desgraciado que él.

Siempre camina viendo al suelo, no porque quiera; nadie nos dimos cuenta cuando pasó de ser un hombre encorvado a una figura escuadra. Entre su cintura, cabeza y piso debe haber 90° más o menos. 

Él vive como un ángulo recto.

Nadie de los conocidos sabemos su historia, creo que no queremos saberla porque todos la imaginamos trágica y desolada. Así somos los humanos, preferimos ignorar lo que no nos parece agradable. "Si no lo vemos, entonces el problema no existe".

Tiene una voz ronca, ya casi inaudible pero procura saludar a los vecinos de donde se instala. Cuando le compras algún cachibache' o le regalas algún suéter, algo que pueda servirle, te da una bendición que aunque no es entendible, agradeces.

Es como el personaje del vagabundo de cualquier novela. Es un señor cliché a sus ochenta años. Es más de lo que muchos que no tenemos ni treinta y cinco hemos sido. Pero eso tampoco es problema de nadie, ni de él siquiera porque nadie, al menos de los conocidos cercanos, sabe nada de él.

Su problema no es que haya vivido tanto; ni que le duelan las rodillas o la espalda; tampoco que sus manos casi artríticas no le dejen sostener el palo de madera que usa como bastón para no derrumbarse cada cuatro pasos.

Su problema es que no es su problema y todavía no se da cuenta.

Su problema es que carga con la conciencia de otro que, lo más probable, tiene más peso que la de él mismo.

¿Cuántos años llevará cargando un morral que no es suyo? 

Yo lo veo desde la acera de en frente haciendo como que hablo por teléfono o que tomo una foto a la esquina de la casa vieja que está a sus espaldas. Otras veces me siento detrás de él para no tener qué despistar nada.

Mi problema es que cuando lo veo pasar es como si su figura tuviera un imán con mis ojos y no puedo quitarle la vista. Con su saco gris o negro deslavado, quién sabe qué color sea, un pantalón café a lo que mi madre le llamaría de "brincacharcos" porque debe faltarle una cuarta para que quede a su medida, una gorra azul y la barba que parece ni crecerle ni serle cortada, justo como con la que lo conocí.

Y podría quedarme por horas inventándole una vida, pensando en cómo era cuando fue joven, cómo era su mirada antes de que su iris fuera color viejo. De ese color del que se vuelven los ojos de los abuelos. Color cansado, aburrido, color triste.

Me gusta imaginar que fue feliz, como sea, a su modo. Me gusta imaginar que a pesar de sus carencias y falta de compañía, ahora lo es. Lo pienso llegando al cuarto donde duerme, no sin antes pasar a comprar un pan, calentar canela en su vaso de peltre azul con chispas blancas y sopear la su pan de vainilla en ella. Me gusta creer que enciende el radio que siempre trae consigo, dicen que es lo único que no está en venta; y después se recuesta hasta quedarse dormido.

Entonces despierta y sale temprano a vender los cacharros que carga o que va encontrando en la calle, mentalizado a que tontos, ociosos, infelices o simples ignorantes como yo, se sentarán tras él creyendo que no se da cuenta, para imaginar cómo fue su vida hace cincuenta años.

Me gusta imaginarlo diciendo:

¡Pendejos, cansen su imaginación, ese no es mi problema!

One of these days i'm gonna colour his life with the chaos of trouble.

25.11.12

El Nido de Brujas.

Esto fue lo que pasó en el lapsus pequeñito de misantropía de hace pocos días. 

Leí mucho, escribí más, escuché varios discos que tenía pendientes y me dispersé de todo lo que me estaba bloqueando las ideas. 

Son muchas páginas para poder escribirlas en una entrada de blogger y sé que puede ser pesado pretender leerlo todo. 

Si les interesa, aquí está el link:

http://es.scribd.com/doc/114399275/El-Nido-de-Brujas







"Nunca se queden cuando sientan que necesitan correr".

24.11.12

And the worms ate into his brain.


"Hey you! would you help me to carry the stone...
Open your heart, I'm coming home" 


"El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir."



Al contrario de la frase mencionada, no tiene aspiraciones a ser tirana, ni siquiera físicamente podría lograrlo, su presentación "petit" no provoca mucho miedo, respeto tal vez pero eso no es hasta que van conociéndola. Es de las partidarias de aspirar a ganarse el respeto. También sabe que fue engendrada de tal manera que aunque no se jacta de ser una Afrodita, sabe lo que tiene, sabe que lo tiene y si tuviera idea, sabría como obtenerlo.

"I don't know what i want but i know how to get it"

No sabe lo que quiere pero siempre ha sabido lo que no, sabe que con una mirada puede hacer muchas cosas, sabe que con su voz, aunque de niña, puede lograr más, sabe que con sus letras también, sabe que no debe ver fijamente a los ojos porque, según todos, no debe mirar a nadie directamente en estos días, "ya no se sabe Sandra"; Sandra sí sabe, ellos no, no saben que su miedo a lo físico está en decadencia, que después de amedrentaciones, paranoias y su fuga de salud mental, no saben que ha tocado fondo. Hubo un momento de confusión en donde no podía identificar si era el cielo o el infierno donde estaba. Según la perspectiva, sabe mucho e ignora más. La ignorancia no es mala cuando se está consciente de ella, simplemente es eso, ignorancia que con un poco de tiempo y de las herramientas necesarias es desechable. 

La estupidez es lo difícil de tirar, también se le da con frecuencia pero todavía no está en edad de aceptarlo, además alguien le enseño a fingir que "digas lo que digas, hazlo de frente y sin titubear de tal manera que tú misma te convenzas de que tienes razón", buen comienzo para un mitómano, decir tantas veces una mentira que al final crees que es verdad.

Hay quien dice que es insensible. Ella sólo argumenta que debe pensar siempre con la cabeza fría, ser irracional, objetiva y nunca partidaria de nada que no la convenza.

Ella; Escribiendo en tercera persona porque le es difícil hablar de sí misma. Es una especie de problema que no le permite aceptar sus errores, todavía. 

Entonces en tres segundos empieza el ente que no la deja en paz desde hace casi doce años. Ella le llama conciencia, muchas espejo y otra proyector de escenarios. En algunos casos son sueños, sueños negros, pesadillas no es una palabra que fonéticamente le plazca y prefiere llamarlos así, mismos que alcanza cuando se encuentra en otro plano que no es el de la gente consciente. Quisiera dedicarle su vida a la música y a las letras, a admirar la fotografía y los cuadros de Remedios Varo durante horas para inventar qué pudo haber pensado mientras lo hacía pero sabe que por eso no recibirá dinero, dinero que tanto cuesta pero para ella poco vale. Tristemente el mundo gira alrededor de él y sabe que sin este, ella no será nadie. Por muchos títulos universitarios que tenga, por mucha experiencia en tratar con gente importante, por mucho lo que sea, el dinero está poniendo un pie sobre mi cabeza y se ríe cuando ve que me lastima. 

Estamos en la época que vales lo que tienes, el ser humano se ha deshumanizado y ahora vas por la calle con un número de cuenta de banco en la frente, otro de su CLABE en la nuca y si así seguimos pronto tendremos tatuados en las muñecas a qué compañía pertenecemos y chuscamente seremos otro objeto más de Logorama. La inocencia ya no tiene cabida, los niños juegan con artefactos electrónicos, se aislan y dejan de convivir. Pero bueno, no sería Sandra la que escribiera si no huyera por la tangente ¡Qué bueno que la tierra es redonda!

Según Sócrates acumular imprudencias y excesos sobre la cúspide de un pináculo te lleva a un abismo del que no podrás salir. ¿Podría ser la excepción a la regla? ¿Podría contradecir a un pensador de tal importancia? ¿Se considera pedantería decir que su vida está llena de imprudencias y excesos desde hace 12 años pero todavía no acepta que está en el abismo? ¿O cuánto tiempo falta para que el vértigo me emocione y me atreva a saltar?

Estoy cansada pero tengo sed.

Un brindis por el mundo alterno, que no sé el de ustedes, pero el mío si existe. Sandra es estable, sana, ordinaria y no aspira a vivir de cosas que sabe no le resultarían, está bien con sus 3 hijos a los 37 o 39 años, un esposo con un buen trabajo, no lo ama pero le permite vivir bien, una casa bonita, ambos esclavos de lo que la mayoría, cotizar en instituciones para que en su vejez vivan dignamente tranquilos.

¡Salud también por los pensamientos muertos! Por los que se van al limbo, los que los meditas una vez pero como tienes casi 15 años bebiendo es normal que tu memoria falle. Tiene el poder de provocarse males pero como dije, su suerte es demasiada, tiene simpatía hasta con la muerte, con las enfermedades, sabe que del suelo no pasa. Sabe que no necesita a nadie, sabe que el verbo "necesitar" le resulta bastante mediocre pero aún así lo requiere, sin referirse a las cosas melosas a las que aluden los enamorados "es que lo necesito"; ¡No, recontramame, señor! Usted necesita agua para no morir de sed, comida para no morir de hambre, aire para respirar y sangre para bombear ese corazón que, malamente, los poetas y mercadólogos le han vendido una idea errónea, necesita dormir para descansar, ni siquiera necesita sexo, lo anterior en verdad son necesidades, todo lo demás es pura plusvalía que aún sin ella el mundo sigue su curso. 


Dejar de lamerse las heridas para que hagan costra y puedan ser raspadas otra vez. Porque a golpe duro se aprende que si no tienes orgullo, sin rebasar lo permisible, el mundo te aplasta, y goza de ello, vive de tu miedo y se alimenta de tus nervios, luego dicen conocernos pero no tienen idea de lo que saben. De ella, la niña, la marica que escribe en tercera persona y algún día será protagonista de su propio libro. Cuando muera. 

Al menos creo que dejaremos, ella y yo, un bonito legado, uno fiel a lo que creemos y que al menos en vida tratamos de seguir según nuestros valores. Ella y yo, ya no me referiré sólo a ella, al final de cuentas somos la misma. Hace poco cambié de canción y no pienso volver atrás. Sé, sabe, sabemos, sabemos mucho y tanto que sabemos callar cuando así debe ser. Aquí el que no sabe ser discreto tiene una muerte con su guadaña justo al lado. Sólo así nos tapan la boca. Por ello preferimos hacernos las tontas.

"Pasa como estúpida, así nadie se cuidará de ti".

Al final de cuentas sabes que, por cualquier cosa que hagas ahí estaré yo para abrazarte y decir que todo estará bien, que todo se pasa y que todo pasa por algo, que la casualidad no existe, ni las coincidencias y que todo se lo debemos a la causalidad, somos gemelas sólo que tu no naciste y tristemente, eres la más inteligente, eres el cerebro, sin ti nada se concreta.

Yo sigo esperando que lances tu manojo de globos rojos y amarillos al viento. Quizá esta vez los ángeles si lean algún deseo de los que escribiste, mientras tanto, sigue jugando pequeña, yo desde acá te cuido, mi niña que se resiste a crecer, eres mía, la mejor de mis amigas y la única que estará conmigo siempre, tan fuerte que ni la muerte nos puede separar, recuerda que si te vas tú, la que no figuras, yo la del plano físico, me voy contigo. En efecto, nunca imaginé ser codependiente de un ser imaginario.

Te quiero, te quiero tanto que la gente no entiende y todo lo ha confundido con pedantería, arrogancia, altanería o petulancia, recuerda que somos dos y el autoestima se duplica. Ellos no lo entienden, les falta el autoestima que tu y yo les robamos, no tienen idea de por lo que has pasado, ellos no saben nada, por algo están ahí, ignorando. Sabes que sabes, sabes mucho, sabes de todo un poco, lo que no sabes lo buscas pero eso me gusta de tí, nunca te quedas con la duda, úsalo a tu favor, es cuestión de que logres coordinarte conmigo.

Ícaro, no vueles tan alto, tus alas son muy bellas y por andar jugando sabes que te vas a caer. No lo digo yo, lo dice la historia; Sandra, no vueles tan alto, tus alas las hice yo, a base de muchos golpes y la cera no es tan resistente al calor, también sabes que por estar jugando, en unos días, esas bonitas alas se derretirán y te veré postrada en el suelo desde una toma aérea. Sabes que no me gusta consentir cuando la víctima se lo buscó, ni contigo ni con nadie. Sabes que no soy casa de beneficencia, sabes que si el karma no existe, el efecto boomerang sí y en unos días te voy a estar abrazando cuando estés bañándote, estés caminando en el parque o en posición fetal en nuestra cama. Lo sabes, mi niña, sabes muchas cosas. 

Ícaro y Sandra habrían hecho buena pareja, aunque algunos metros arriba hubiesen caído, posiblemente tomados de la mano, al menos no caerían solos. Es una pena que no hayan existidos al mismo tiempo.

"Aunque el orgullo no es una virtud, es padre de muchas virtudes"
John Churton Collins



Tú lo sabes, yo lo sé, no hay porqué dar explicaciones de nada a nadie. Lo sabemos. Sapiencia, la tenemos, es cuestión de saber utilizarla. El tesoro del saber, como ese que hay en los libros.



Sólo recuerda,"together we stand, divided we fall". 

No me educaron para dejarme caer, a ti tampoco.

Nada más qué decir.


Hasta que pueda ver de frente al día, dice Staind.

18.11.12

Explosiones.


Ella sólo quería dormir y olvidarse por un rato de que estaba viva. Lo necesitaba, lo deseaba pero sobre todo lo merecía.

Bajó a desayunar a las 7:10 de la noche aproximadamente. Un cólico la tuvo tirada en cama toda la tarde. Su único trayecto era caminar de la cama al baño para cuando necesitaba vomitar; cuando no, sólo permanecía como un feto, cobijado, buscando los pedacitos de sol que se iban moviendo conforme el día avanzaba.

Tenía hambre pero quería descansar. No hacer nada cansa la mente, se piensa tanto, en todo y en nada que se agota y se desgasta. Antes de preparar su comida buscó el pastillero de su mamá para tomar algunas píldoras para dormir pues toman de las mismas. Su organismo es muy resistente al medicamento por lo que sus dosis siempre son mayores. Tomó tres pastillas y las tragó antes de probar el primer bocado del día.

Todo iba bien, terminó de comer y subió de nuevo para volver a recostarse mientras escuchaba música. Escuchaba a Ellie Houlding cuando algo raro empezó a sentir pero no hizo mucho caso pues creyó que era parte de los mismos desvelos.

Empieza a sonar Explosions y quedó en repeat, entonces la taquicardia se agudizó pero creyó que era la euforia que la canción le provocaba. Le siguió el sudor y temblor de manos, mareos y comenzó a escuchar la música con eco. Ya no se sentía bien pero.seguía ignorándose hasta que sintió las manos dormidas y optó por preguntarle sobre las pastillas, estaba sola y tuvo que comunicarse por teléfono.

Le dijo lo que había tomado y de dónde, de ahí comenzó la movilización por el error más estúpido de los últimos días; tomó tres pastillas para bajar la presión en lugar de las que comúnmente toma para dormir.

Tuvo que vomitar, otra vez, ponerse miel en las encías, dulces y refresco para compensar la baja de azúcar que la confusión le había causado. Tampoco se le permitió dormir durante varias horas "para que el organismo no se distrajera", dijeron. Hace años que no tenía tanto sueño pero tuvo que mantenerse despierta.

No habían sido buenos días. La encontraban intolerante, hostil, triste, frustrada, con la mirada perdida y los pensamientos lejanos, distraída, siempre con los ojos vidriosos aunque no hubiera llorado.

El regaño no se hizo esperar.

- Lo hiciste, eso querías.
- No, en verdad quería dormir nada más.
- No te creo. Ni te creo que hayas vomitado. Ni que hayas confundido las pastillas.
- Yo sólo quería dormir. Sí quisiera otra cosa no hubiera preguntado nada.
- No te creo.

Sigue sin creerle.

Ella no le tiene miedo a la muerte. La espera desde hace quince años pero sabe que no llegará, por eso vive sabiendo que del suelo no pasa y superando día con día las estupideces, como si se retara a sí misma. Sin embargo, pasaron casi tres horas en las que estuvo pensando en lo que podría pasar; sola, en pijama, oyendo Explosions en un loop que parecía programado, con su mascota al lado nada más.

Quiso empezar a escribir sobre lo que pensaba en ese inter' de casi tres horas pero le pareció irrelevante, aunque más que nada, triste; no pasó la vida por sus ojos, ni personas entrañables, ni recuerdos extrañables, no pensó en vivos ni en muertos, ni en cosas que no hizo o no concluyó. Era como si fuera a morir alguien que ya había muerto desde años atrás y no tuviera nada en qué pensar en esta muerte, nada de qué arrepentirse, a quién perdonar o a quién pedirle perdón, nadie a quién decirle "te quiero" o "te odio". Era un saco sentado a la orilla de la cama esperando una nada.

Seguía sonando la misma canción. Hizo un gesto sonriendo y lo único que dijo fue:

- ¡Qué bueno que eres tú quien está conmigo!

Le acarició la cabeza a su perra, se acostó con los pies colgando, respiró como si fuera la última vez y cerró los ojos para dormir.

Abrieron la puerta de su casa, la perra empezó a ladrar, subieron corriendo para despertarla y lo hizo sin problema. No habían pasado ni 5 minutos.

- ¿Por qué tanto escándalo? Sólo quiero dormir.

Fueron tres horas con la misma canción; quizá ya crearon un vínculo.

Ella, y yo, sólo queremos dormir.

"It's ok to be afraid... But it will never be the same"

Y aquí no hay cuerpos a quién llorar. 
 

16.11.12

De la dependencia y las ganas de no dejar que dependan de ti.


If the sky that we look upon should tumble and fallOr the mountain should crumble to the seaI won't cry, I won't cry, no, I won't shed a tearJust as long as you stand, stand by me


Un par de hermanas de 6 y 10 años, respectivamente, se encuentran en la misma primaria; la más pequeña va atrasada con su velocidad de lectura respecto a sus compañeros, aunque no es la única, pues hay otros 21 niños en la misma condición que deben quedarse dos horas después de la salida. La de diez espera a su hermana como todos los días, afuera del salón de clases cuando el profesor a decirles que los niños deben estar hasta las tres de la tarde para regularizarse. Toma su mochila y comienza a tomar el rumbo a la puerta de la escuela; voltea y ve a su hermanita con ojos llorosos porque ésta va de salida. La mayor decide quedarse, muy a su pesar y haciendo muecas ya que le había dicho a otra compañera que jugarían al terminar las clases. La niña pequeña se reconforta de ver a su hermana en el árbol cercano a las canchas y pone especial atención al maestro para poder aprender a leer más rápido.

Afuera, la mayor está aburrida y molesta, ella no tendría por qué quedarse sólo por un berrinche de su hermana, sin embargo lo hace. Dan las tres de la tarde y dejan salir a la niña pequeña; la más grande está hastiada de no tener nada más qué hacer pues incluso terminó su tarea debajo de aquel árbol en el que estuvo dos horas. La primera sale corriendo y la abraza; la otra se pone renuente y se hace a un lado pero termina cediendo. Se tropieza una y la otra empieza a carcajearse. Se han olvidado de la espera.

- Mira lo que te hice, no lo leas en frente de mí porque me da vergüenza:

“Gracias por esperarme, te quiero mucho”.

Dibuja una sonrisa en su cara y despeina a su hermana guardando la nota en su lapicera, vuelven a casa y se pone a repasar el alfabeto con ella. 

No volvió a quedarse hasta tarde, la más pequeña ya sabe leer.



 Whenever you're in trouble...

15.11.12

Yo nací con un par de alas.


Eran pequeñas para los tres kilos cien gramos que decía la báscula en la sala de parto. Grandes para mí pero, aunque no me molestaban, pesaban y hacían que mi espalda doliera. Tuve alergia a todo, incluso a las plumas; entonces debí aprender a vivir con series de más de treinta estornudos, ardor de garganta y ojos llorosos desde que tengo memoria. No hablaba todavía pero sabía que eran mías, que debía cuidarlas, que no debían romperse, que debía mantenerlas limpias y que si se llenaban de lodo había que asistirme de la lluvia para dejarlas, más o menos, blancas. Uno de pequeño sabe más de lo que los adultos creen. Era algo que sabía sin que ningún mayor me lo hubiese advertido, creo que fue el primer sentido de la responsabilidad que supe mío.

Pasaron los años y seguían ahí. A veces me quejaba de ellas porque no me dejaban ser tan rápida como los demás; recuerdo como alguna vez en un estado de berrinche de niño de 9 años, quise saltar de la cúpula de aquella iglesia donde me preparaban para recibir la Eucaristía. Nadie me preguntó si quería o no ser católica porque yo no sabía que había más opciones. Ese día, confiando en mis alas y en el Dios que me habían inventado, me lancé de aquel lugar al que sólo las palomas llegaban; estaba lloviendo y mis alas no pudieron moverse, fracasé como ángel terrenal y no sé qué fue más triste: si darme cuenta de eso o de que ese Dios no había dejado que mis alas volaran. No me pasó nada; de la cúpula al techo no es más que metro y medio de altura, de cualquier forma fue decepcionante y doloroso. 

Llegué a casa y lo primero que hice fue bañarme para quitarme el hedor a palomas y plumas mojadas. Seguía triste por no haber podido volar como en mis sueños; esos edificios siendo saltados por una chiquilla de nueve años, esos edificios. En la orilla de la ventana del baño estaban las navajas de afeitar de mi papá. Sí, se me hizo fácil pero no lo fue. Comencé a navajear a filo, como si fuera un serrucho, la piel que me unía  cada ala; seguí con la otra. Era tanta la sangre que ahí fue cuando sentí miedo, arrepentimiento y quise pegarlas con un poco de Tafetán que había en la gaveta de primeros auxilios a ver si podían salvarse.

Se fueron. No, las fui, que es diferente. Escupí al cielo sin creer en él, terminé con lo que más me molestaba y, veinte años después, estoy pidiendo me sean devueltas. 

Estoy en esa etapa en la que no sé si quiero volar o dejarme caer en el pantano. No me gusta sentirme asfixiada y quizá sea eso lo que me mantiene esperanzada, sino a recuperarlas, a que alguien me invite a volar sin necesidad de alterar nuestros sentidos.

Necesito saberme arriba.
Aquí abajo todo es denso y no se puede respirar bien, todo sabe terregoso y a veces duele la garganta, casi todo ha perdido el sentido.

Dicen que no debes arrepentirte de nada; yo podría volver el tiempo hace 20 años, hacer rabieta pero no hacerles daño. Pobres alas, ¿qué culpa tienen de caer en espaldas equivocadas? 

A veces, siempre, las extraño...

"Fly me to the moon,
let me play among the stars,
let me see what spring is like on jupiter and mars..."

No vuelve a pasar. Lo juro.

18.8.12

Cosas que no deberías saber, pero aquí están.


"My shadow runs with me, underneath the big wide sun, my shadow comes with me as we leave it all... we leave it all far behind".



Te voy a decir la verdad. Sólo porque confío en que no revelarás nada de lo que aquí escribo.

¿Sabes?, creí que todo sería más fácil. Más fácil respecto a todo. Yo venía con un plan trazado en meses de anticipación pero estando aquí toda la perspectiva cambió. Sí, siempre todo ha girado alrededor de mí, de lo que quiero y de cómo lo quiero. No es egoísmo, repito, es amor propio. Si se trata de mí, creo que lo justo es anteponerse por cualquier cosa, ¿no?

De un momento a otro todo había dado un giro de no sé cuántos grados moviendo mi mundo de manera que lo que tenía pactado se fue a donde se van los calcetines impares. No sé si fue falta de voluntad mía o no estaba tan convencida del plan que tanto he mencionado.

Y sí, pasó todo lo que me dijeron que pasaría. Alguna vez, platicando con alguien por teléfono me dijo: "¿pero estás consciente de que acá estarás sola?, ¿de que no tendrás a tu séquito de seguidores para ir por ti a la hora que te plazca?, ¿que estás en un lugar muy cómodo donde eres el centro de atención pero aquí no serás más que eso, una más?", estaba consciente y me aterraba la idea. Yo era una niña buena, la princesa de papá... Tan lo era que cuando quise, era incapaz de hacer las simplezas más absurdas. Juro ser más independiente en mi próxima vida, sé que aún me queda una.

¿Sabes?, me da pavor que llegues a ser como yo. Sí, tú, el que está leyendo. Un cobarde, miedoso, que posterga y posterga hasta que se da cuenta que está por cumplir treinta y siempre tuvo su maleta llena de pretextos para no permitir probar si sus alas funcionaban. Uno mismo las hace inservibles y eso es lo más triste para un terrenal, saber que puedes inventarte alas y no dejarlas abrirse.

¿Sabes?, en verdad todo esto ha sido muy difícil. Yo estaba acostumbrada a otras cosas. No lujos, quizá, pero sí comodidades. Nada me faltaba; tenía una casa donde resguardarme del frío, una cama con cinco cobijas y muchas almohadas para dormir a pleno, comida nunca me faltaba, compañía... menos. 

Entonces llego a un lugar donde, como me habían dicho, era sólo una más, situación que en parte me gustaba pues estaba algo harta de ser tan localizable en mi ciudad. Independientemente de eso, todo me parecía triste y desolador. Este lugar es hermoso, la gente lo es más. Era el sentir lo que no me permitía creerme parte de ella. Aquí no tengo nada más que a mí y mis capacidades, mismas de las que también me están haciendo dudar, entonces sí, quizá no tenga nada. Supongo es cuestión de tiempo.

¿Sabes?, estando lejos el frío quema por dentro y se siente que la sangre se congela. Se extraña el doble, incluso a personas que ni recordabas que existían, el hambre no sabe llegar y no te queda más que dormir para ver qué depara el día siguiente, escuchas voces y crees que es algún conocido pero no, sólo tienen el mismo timbre de voz. Todo se maximiza y de repente te ves en un ciclo del que ya no sabes cómo salir.

¿Sabes?, valora, valora mucho, valora todo. Desde un vaso con agua porque no sabes cuando tendrás sed, hasta un plato de comida porque tampoco sabes cuando volverás a comer. Y te lo digo porque sé que no lo dirás, pero hubo días en que preferí comer orgullo antes que pedir ayuda. Nunca pensé llegar a estar en una situación así, comiendo un día sí y dos no, a veces porque no recordaba comer, otras porque no tenía hambre y las más extremas porque no tenía qué. Todo por no tener la humildad de decir "necesito ayuda, estoy rota. También quebrada.". Finalmente acepté, era mucha mi pena pero era más la necesidad. Este escrito no es para provocar lástima, no soy de esa especie, no me gusta lamer ni que me laman heridas, para eso están los mediocres, los que no quieren salir de su agujero y entre ellos se entienden perfecto. Esto te lo cuento sólo como experiencia.

¿Sabes?, he pasado tantas cosas que muchas todavía no las digiero. Desde platicar con un payaso a las seis de la mañana hasta compartir la mesa con un "señor puta", sí, eso me dijo que era y es la historia más triste que he conocido estando aquí. Lo del ambulantaje es decadente también, pero es tanto que terminas acostumbrándote a él. Hay algo, no sé qué sea, suerte no, no creo en ella, que siempre me permite llegar bien a casa. 

¿Sabes?, conocí una calle llamada "Artículo 123", tampoco se lo digas a nadie, me la habían mencionado y no podía quedarme sin conocerla. Uno de esos días tomé mi tarjeta del metrobús, dejé los celulares en casa y me dispuse a buscarla. Me perdí, sí, me expuse mucho pero mi morbo me superó al haberme dicho que estaba plagada de vagabundos. Sí, el olor era fétido, no sé cómo hice para no vomitar pero me contuve. Al contrario del sentido del olfato, el de la vista estaba maravillado. No, no me daba el mínimo gusto ver personas viviendo en esas condiciones, soy humana, pero todo era negro, gris, café y algunas gabardinas color verde militar que por ahí se colaban en el paisaje; montón de papeles, cartón, llantas, tambos y algunos conos naranjas. Era como haberme metido a un libro, pero sin hablar, era un lector viendo un libro, eso era. Antes de eso, vi en internet que había pleitos constantes pero no fui testigo de alguno. Yo estaba del otro lado de la calle y sólo veía desde "la barrera". He visto la pobreza de frente, con nombres y apellidos pero siempre fue en ambientes rurales, nunca en un lugar tan cercano a un centro histórico, es irónico que una calle así se encuentre tan cerca de uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, causalidades' de la vida, tal vez. Esto no lo sabe nadie y regaños me sobrarán, "eres muy confiada, Sandra". Fue extraño, no tuve miedo porque sabía que no era más que ellos. No podían quitarme nada que no me hubieran quitado antes, digo, hace un par de años me quitaron la fe en la gente y tardé mucho en recuperarla. Tampoco fue fácil pero yo camino despacio.


"Empty pockets will allow a greater sense of wealth"

¿Sabes?, estando lejos se valora más pero se trata de extrañar menos, de lo contrario te aplastas tú solo. Quienes me conocen saben lo difícil que ha sido fingir que no quiero verlos o que ya logré distanciarme. Nada de eso ha pasado y por mucho que te alejes, cuando tus raíces están tan bien ancladas, siempre serás de ahí. Tu lugar.

¿Sabes?, deberías hacer un viaje solo. Lo más probable es que no sea lo que esperabas. Lo más probable es que sea mucho mejor.

¿Sabes?, ignoramos muchas cosas. Eso sí lo sabes.






"When you want more than you have you think you need, and when you think more than you want your thoughts begin to bleed... I think i need to find a bigger place, cause' when you have more than you think, you need more space"



Sí, espacio.

21.5.12

Del temor y los mismos viejos miedos.


Escribir sobre lo que sea siempre será difícil, mucho más si sabes que alguien más puede leerlo.

Estamos en la época en que gozamos de todas las herramientas para ser usadas en nuestro beneficio pero lo único para lo que tenemos habilidad mental es para evitar el ridículo. Mismo que se traduce al miedo a la burla de otro por uno mismo.

No cantamos por temor a que critiquen nuestra no muy agraciada voz, no escribimos por temor a que lean lo que quizá pueda exceder el límite de lo personal y alguien pueda ser muy listo e interprete metáforas descubriendo nuestras proyecciones más escondidas. No usamos colores llamativos por temor a ser señalados porque, para muchos, existe un tope para poder usar algún color en nuestra vestimenta, a tal edad, para algunos está socialmente mal visto salir de la gama de tonos grisáceos o neutros. Estamos grises por fuera y con ollín por dentro. No ponemos tinta sobre nuestra piel por temor a que un corporativo rechace nuestra solicitud de empleo. No sonreímos descaradamente por temor a mostrar nuestra dentadura que no es perfecta, triste y ciertamente los que sonríen así, son los que menos ganas tienen de dibujarse sonrisas en el rostro. No nos acercamos a esa persona por temor al rechazo, incluso sabiendo que de un "no", no puede pasar. No opinamos porque en este país la palabra libertad ya es subjetiva y tememos a las represalias. ya ni siquiera volteamos a ver el sol directamente por el temor al daño que éste pueda causar a nuestros miopes, astígamtas y defectuosos ojos. No tomamos clases de nada nuevo porque, damos por hecho que fracasaremos y el temor vuelve, como el niño que te molestaba todos los días poniéndote un apodo diferente a la hora del recreo en la primaria. Siempre temor.


"the same old fears"


Vivimos en tiempos donde tenemos todo de nuestro lado y al contrario, vamos dejándolo pasar por el juicio de alguien más que, irónicamente, también teme a ser juzgado.


Es el tiempo en que con frecuencia la gente ya no sabe sonreír sin segundas intenciones, donde todo es corrompible, donde día tras día te enteras de que a alguien "le llegaron al precio", los ideales eran de hielo, con este calor, ¿cómo pueden mantenerse, verdad? sí, hay qué comer pero ¿bajo qué precio?. En el ahora "valor/valores", sólo se respeta en la RAE. Nuestros tiempos de abundancia y a la vez, el índice de personas que no tenemos idea de con qué llenar los vacíos que nos quedan va a la alza. También es ese tiempo.


Estamos sucumbiendo al "ser robot" para remplazarlo por el "ser humano", una máquina que opera otra máquina sin criterio, sin sentir, dejándonos guiar por unos cuántos que forman un círculo vicioso siendo manejados por alguien con mayor jerarquía.


De niños nos enseñaron el concepto "libertad" que hasta que terminas secundaria, bachillerato quizá, crees que existe. Después te das cuenta que es una libertad a medias. Si ser libres significa que no exista un certificado de pertenencia con el nombre de nuestro dueño, lo somos desde ese punto de vista. Lo difícil viene más tarde, cuando de repente razonamos que nuestra libertad se coarta al momento de que a alguien que goza de mayor poder que nosotros, no está de acuerdo con lo que expresamos ya sea por diferencias ideológicas o porque simplemente no le favorece. Por lo mismo, si esto así se manejará durante cierto tiempo, entonces desde infantes deberían prepararnos para saber que en edad adulta el concepto de libertad es casi utópico y que gozarás de una libertad tibia, impuesta y no propuesta. Formarnos desde niños para entender que siempre seremos parte de un sistema cíclico, viciado, bien organizado y que, te guste o no, deberás adecuarte a él. Prepararnos desde que tenemos memoria para saber que ser libres no es lo que dice un diccionario sino lo que nos permiten hacer unos cuántos que tienen más poder que la mayoría.


Seguimos en la etapa en que quizá somos muchos queriendo levantar la voz pero siempre seremos la marioneta de otra marioneta. En donde la gente, lo he dicho antes, llora más y ríe menos, llora más por desamor y ríe menos por déficit monetario. Mire, de amor, nadie muere, muere porque el idiota deja de comer, porque decide sufrir; tampoco de dinero fallece, es posible que se lo traguen las deudas, le provoque un infarto por el estrés o, en el peor de los casos, se cuelgue de la viga de su patio mientras sus hijos van a la escuela. Bonito escenario, traume a su familia porque no pudo pagar la hipoteca de la casa, por comprar a 48 meses sin intereses o por darse las vacaciones que usted sabía no podía costear, todos sabemos hasta donde tenemos permitido, que no lo consideremos, es responsabilidad propia. La ambición para dejar a un lado la mediocridad es permisible, pero a costa de lo que sea es despreciable, una reverenda basca. 


Es hora de cantar lo más fuerte que puedas, subir a un cerro y gritar lo que te apetezca, lo que ames o lo que te moleste. Hora de sonreír con tus dientes imperfectos; muestra las resinas, las amalgamas y los puentes, también esas son heridas de guerra y las heridas de guerra como lo que son, hay qué portarlas con orgullo porque traen una historia detrás. Es hora de voltear al cielo con tus pies descalzos hacia arriba y morir de la risa porque una paloma te cagó el cabello, o la cara, o la mano que está entrelazada con la tuya mientras le encuentras forma a las nubes. Es hora de que madures y no te escondas de la lluvia, ella no lo hace de ti, porque aunque arruine tu bonito vestido o tu cabello perfecto, a las 5 de la tarde puede provocar el arcoiris más brillante que pudieras haber visto, te dará el olor que quisieras guardar en una cajita para cuando extrañes el agua sobre la tierra y poder aspirar con la fuerza de tus pulmones, como queriéndote tragar el olor a tierra mojada. Es el momento ideal para caerte y reírte de ti mismo.


Estamos en edad de hacer el ridículo y tener historias que contar a nuestros descendientes. Las mismas historias que contaremos una y otra vez, como nuevas cada que alguien pida que hablemos de ellas. Porque lo senil será nuestro compañero después de los setenta años. 


Dicen que de los errores se aprende, si no aprendiste, entonces el error fue echado en saco roto y el dolor de aquel momento también. Aprender a deshacernos de los miedos de siempre y como va. Sabemos que después del suelo, sólo hay un infierno (que sólo los muertos saben si existe) esperándonos con sus puertas abiertas.


Anímese a ser lo que quiera ser, pero sea el mejor...


"don't be, another brick in the wall"


Soy muy pertinente cuando no se trata de mí, ¿le doy un consejo?, haga lo que le dé la gana, las consecuencias vienen en bolsas biodegrables, no les tenga tanto miedo.


El temor entre muchos, se convierte en partículas poco visibles.





Y haciendo referencia a un genio musical inglés:


 "together we stand, divided we fall".








Este texto fue escrito el 28 de mayo de 2011, no tenía tinte político alguno. Ahora tampoco, gozo de la libertad de expresión que, todavía, me queda



9.5.12

¡A la madre!


Comencé a llorar cuando le hablé sobre algunos sueños que había tenido años atrás. Se rumora que fue a partir de eso que, inconscientemente, opté por dejar de dormir. “Si voy a soñar esos escenarios, prefiero estar despierta siempre”, le dije. Ella sólo fruncía el ceño como soportando la gota de su ojo izquierdo que quería salir pero estaba, muy pertinente el lagrimal, esperando el momento adecuado para escupir el llanto.

Y comenzaron las verdades. Verdades que debieron haberse dicho hace doce años pero el juego favorito de las familias es el tabú, es fácil la mecánica y creo que muchos la conocemos: vetas un tema y todos hacen como que no pasó, tiempo después sale a flote la escoria que ahí se guardaba.

“Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”, lo dice Tolstoi y yo le creo. Todas las familias son felices cuando se respeta el tópico que se establece involuntariamente. Todas las familias saben de qué no se debe hablar o cuándo se debe callar. Todas las familias son el retrato perfecto para ellas mismas. Cada una carga su tragedia y sólo ellos saben qué contiene la maleta que está en la recámara principal.

Me senté recargada en el pilar azul de la cocina y comencé a lanzar historias a nombre de alguien más cuando no eran más que las propias. En quince minutos descubrió que estaba hablando mí. La señora comenzó a llorar. “- No pensé que sufrieras tanto. – No es así, no siempre se sufre, nada más me tocó ficha roja en la tómbola, no te preocupes. – De haber sabido que ibas a ser como un payaso, no te habría tenido, en serio, ¿me vas a perdonar un día? – Aquí no hay perdones qué pedir porque no hay motivos para arrepentirse, el sufrimiento es opcional, el dolor no. Quédatelo. – Te oyes tan madura, perdóname todo”. La honestidad está llena de lágrimas, yo no sabía pero con el tiempo lo fui notando. Y anotando también para cada que se me ocurriera ser sincera llevar pañuelos desechables.

No debería, tres años al hilo he hecho llorar a la mujer que me parió en días previos al de la madre. Creo que es para recordarle lo bien que ha hecho su papel. Tres años llorando tres horas en sus brazos, como si tuviera ocho de nuevo, con el miedo de la chiquilla que odiaba la lluvia porque creía que iba a matar a su papá en un accidente automovilístico cuando eran las diez de la noche y él no llegaba. De repente me convierto en la niña que quedó paralizada y tuvo que ir en silla de ruedas ante una tormenta mientras la querían evangelizar en el catecismo. Yo digo que era el Diablo rehusándose a mi educación católica, ahora inexistente, mi madre dice que soy sensible y que no le gusta que mencione al Diablo porque puede aparecer cuando menos lo imagine, nada más. 

“- El Diablo, si es que existe, ya está entre nosotros, ma’. – Te digo que no lo menciones, exista o no. – Le tienes más miedo a algo que te han inventado para controlarte que a todo lo que está a tu alrededor. Le tienes miedo a la palabra por sí sola. Así somos, le tenemos miedo a las palabras, sólo que tú le temes a otras diferentes a las mías”. Siguió llorando, pidiendo perdón por, según ella, haberme traído a este mundo que ahora me parece tan feo.

No había motivos para pedir perdón, ni de ella ni míos, pero insistía en pedirlo.  “- ¿Quieres que te perdone por nada?, bueno, prométeme algo, si es para que te sientas tranquila, dime que harás lo siguiente.  – Tú dime, que yo lo haré. – Va. Pon atención, que no quiero que se te pase nada y te lo voy a enlistar. – Ya dime.”

 - Prométeme llorar y no tragarte el llanto cuando así lo sientas;
 - Decir lo que te molesta o lo que no te parece;
 - Hacer el ridículo conmigo o sin mí;
 - Abrazar todo lo que quieras, cuando quieras, donde quieras;
 - Dejar de ver para comenzar a apreciar, aprecia, má’, los colores naturales que nos da la tarde son dignos de cualquier postal;
 - Siempre besar la frente de tus nietos, de tus hijos, de tu esposo, de tu prójimo.
- Promete respetar a los demás aunque no estés de acuerdo, no ser prejuiciosa.
 - Cantar y cantar, como si no hubiera canción que no supieras, pero lo más importante, má’…
 - Prométeme nunca dejar de reír, reír de todo y de todos, de ti, de mí, de las desgracias y de los buenos momentos, carcajear hasta que te duela la panza, contagiar una risa al que esté al lado tuyo. Cada vez la gente ríe menos y llora más, yo quiero ver llorar a la gente de risa, hasta que sientan vomitar de no poder más. ¿Quedamos?

Ya, la vida me dio una madre muy llorona y siguió así hasta que la mandé a dormir. Si por mí fuera, cada uno sería mi madre para hacerlos prometer lo mismo pero no todo se puede. Eso sí, la risa como filosofía de vida la convierte en más llevadera, me han contado. Quizá este no sea el espacio correcto, quizá me vale madre decir que puedo sobrevivir de orgullo en pensar dónde me tocó nacer, quizá es mi escrito y aprovecho para derramar toda la cursilería que me apetece, en un momento todo puede convertirse en un quizá.

Ah sí, remató con un: “respira profundo, todo se pasa, por si no te acuerdas, lo tienes en la nuca, ya verás, mi niña, no todo está perdido, ni se va a acabar, la vida es un picnic”. Fobia, siéntete soñado porque una señora de 58 años sabe un fragmento de tu canción.

“Porque la vida es una, má’, y ya estamos aquí”.


Se lee difícil, pero yo también tengo madre. 

21.2.12

Escribe.



Escribe.

Escribe hasta que ya no sientas las yemas de los dedos.
Hasta que te canses de vomitar porque no puedes decirlo.
Hasta que te canses de llorar porque no quieres ser visto.
Escribe hasta cuando sientas que no tienes nada que escribir.
Escribe en el aire, en la arena, en el agua, en el hielo.
Escribe en la espalda de a quien tanto quieres o quieres querer.
Escribe llorando, escribe sonriendo, escribe dormido...
Escribe al cielo, al infierno, al purgatorio, o a dónde Dante te haya acomodado.
Escribe a los vivos, a los muertos, a los animales, a los inconscientes.
Escribe a lo que creas que te escucha.
Escribe a aquel al que odias o al que sientes que no te ha perdonado.
Escribe gritando a quien no te quiere escuchar, 
Escribe desde el cielo, desde un barco, desde una montaña. Escribe con carbón, con lodo, con cal, con sal, con sangre.
Escribe con tu conciencia tranquila o deja que el diablo lo hagan por ti.
Escribe todo, escribe siempre.
Escribe lo que te dé pena gritar, escribe amor, escribe coraje, escribe repudio o ternura.
Escribe al dios de tu preferencia, a la roca en la que creas, a los números… A la naturaleza.
Escribe prosa, escribe poesía, escribe rimas, escribe versos, escribe random, hay un momento en que las letras toman vida y ellas solas saben cómo acomodarse para formar las palabras precisas.

Escribe hasta que sientas que te has terminado el espacio, no te preocupes, siempre habrá tierra, aire, luz, agua y espacio para seguir haciéndolo. 

Al final de cuentas, todos somos palabras, porque el que no dice lo que siente, se pudre por dentro. 

Take a sad song and writing' better...

Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.