2.6.15

Don't entry.

He visto suficientes programas forenses como para hacerme una incisión en la caja torácica y mostrar lo que hay ahí.

Un montón de vísceras que no sabemos ni cómo se llaman; ni qué función tienen; mucho menos dónde van -en caso de sacarlas de ahí-, también hay un corazón que no está exactamente en el lado izquierdo pero se inclina más hacia ese ángulo.

No es negro, ni de ceniza, ni frío; mucho menos es de piedra. Al contrario; es de un rojo oscuro, palpita, es blando y muy tibio. Como el tuyo.

Con sus defectos; culpa al tiempo, a los vicios, a su descuido, a mí. Como pasa igual contigo.

No siente pero sí. Románticamente lo decimos por un montón de mitos griegos acerca de él; pero científicamente sabemos que lo que nos hace creer que así pasa son la bola de neurotransmisores -de los que tampoco tengo conocimiento-. Justo como tú.

No sé qué sea pero a su lado hay algo intangible, un espíritu o un alma que, volviendo a lo del romanticismo, tiene explicación médica de porqué parece que duele el pecho cuando el corazón se siente apachurrar por alguna razón emocional (que también lo maneja el cerebro), pero somos buenos para somatizar y volver dolores inexistentes una realidad. Ándale, sé que también te ha pasado.

Me abriré el pecho. Luego el tuyo para que veas que tenemos lo mismo y hasta podemos sentir parecido pero en serio, no son comparables. Quizá el mío pueda durar menos o más, pero los dolores que nos inventamos nunca serán iguales.

No abramos cajas torácicas porque se pueden convertir en de Pandora.

No mires adentro de otros, a veces hay tanta sangre que te puedes reflejar y tal vez no te guste lo que veas. Así como yo, me ha pasado. Nada vuelve a ser igual.

Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.