Escribir sobre lo que sea siempre será difícil, mucho más si sabes que alguien más puede leerlo.
Estamos en la época en que gozamos de todas las herramientas para ser usadas en nuestro beneficio pero lo único para lo que tenemos habilidad mental es para evitar el ridículo. Mismo que se traduce al miedo a la burla de otro por uno mismo.
No cantamos por temor a que critiquen nuestra no muy agraciada voz, no escribimos por temor a que lean lo que quizá pueda exceder el límite de lo personal y alguien pueda ser muy listo e interprete metáforas descubriendo nuestras proyecciones más escondidas. No usamos colores llamativos por temor a ser señalados porque, para muchos, existe un tope para poder usar algún color en nuestra vestimenta, a tal edad, para algunos está socialmente mal visto salir de la gama de tonos grisáceos o neutros. Estamos grises por fuera y con ollín por dentro. No ponemos tinta sobre nuestra piel por temor a que un corporativo rechace nuestra solicitud de empleo. No sonreímos descaradamente por temor a mostrar nuestra dentadura que no es perfecta, triste y ciertamente los que sonríen así, son los que menos ganas tienen de dibujarse sonrisas en el rostro. No nos acercamos a esa persona por temor al rechazo, incluso sabiendo que de un "no", no puede pasar. No opinamos porque en este país la palabra libertad ya es subjetiva y tememos a las represalias. ya ni siquiera volteamos a ver el sol directamente por el temor al daño que éste pueda causar a nuestros miopes, astígamtas y defectuosos ojos. No tomamos clases de nada nuevo porque, damos por hecho que fracasaremos y el temor vuelve, como el niño que te molestaba todos los días poniéndote un apodo diferente a la hora del recreo en la primaria. Siempre temor.
"the same old fears"
Vivimos en tiempos donde tenemos todo de nuestro lado y al contrario, vamos dejándolo pasar por el juicio de alguien más que, irónicamente, también teme a ser juzgado.
Es el tiempo en que con frecuencia la gente ya no sabe sonreír sin segundas intenciones, donde todo es corrompible, donde día tras día te enteras de que a alguien "le llegaron al precio", los ideales eran de hielo, con este calor, ¿cómo pueden mantenerse, verdad? sí, hay qué comer pero ¿bajo qué precio?. En el ahora "valor/valores", sólo se respeta en la RAE. Nuestros tiempos de abundancia y a la vez, el índice de personas que no tenemos idea de con qué llenar los vacíos que nos quedan va a la alza. También es ese tiempo.
Estamos sucumbiendo al "ser robot" para remplazarlo por el "ser humano", una máquina que opera otra máquina sin criterio, sin sentir, dejándonos guiar por unos cuántos que forman un círculo vicioso siendo manejados por alguien con mayor jerarquía.
De niños nos enseñaron el concepto "libertad" que hasta que terminas secundaria, bachillerato quizá, crees que existe. Después te das cuenta que es una libertad a medias. Si ser libres significa que no exista un certificado de pertenencia con el nombre de nuestro dueño, lo somos desde ese punto de vista. Lo difícil viene más tarde, cuando de repente razonamos que nuestra libertad se coarta al momento de que a alguien que goza de mayor poder que nosotros, no está de acuerdo con lo que expresamos ya sea por diferencias ideológicas o porque simplemente no le favorece. Por lo mismo, si esto así se manejará durante cierto tiempo, entonces desde infantes deberían prepararnos para saber que en edad adulta el concepto de libertad es casi utópico y que gozarás de una libertad tibia, impuesta y no propuesta. Formarnos desde niños para entender que siempre seremos parte de un sistema cíclico, viciado, bien organizado y que, te guste o no, deberás adecuarte a él. Prepararnos desde que tenemos memoria para saber que ser libres no es lo que dice un diccionario sino lo que nos permiten hacer unos cuántos que tienen más poder que la mayoría.
Seguimos en la etapa en que quizá somos muchos queriendo levantar la voz pero siempre seremos la marioneta de otra marioneta. En donde la gente, lo he dicho antes, llora más y ríe menos, llora más por desamor y ríe menos por déficit monetario. Mire, de amor, nadie muere, muere porque el idiota deja de comer, porque decide sufrir; tampoco de dinero fallece, es posible que se lo traguen las deudas, le provoque un infarto por el estrés o, en el peor de los casos, se cuelgue de la viga de su patio mientras sus hijos van a la escuela. Bonito escenario, traume a su familia porque no pudo pagar la hipoteca de la casa, por comprar a 48 meses sin intereses o por darse las vacaciones que usted sabía no podía costear, todos sabemos hasta donde tenemos permitido, que no lo consideremos, es responsabilidad propia. La ambición para dejar a un lado la mediocridad es permisible, pero a costa de lo que sea es despreciable, una reverenda basca.
Es hora de cantar lo más fuerte que puedas, subir a un cerro y gritar lo que te apetezca, lo que ames o lo que te moleste. Hora de sonreír con tus dientes imperfectos; muestra las resinas, las amalgamas y los puentes, también esas son heridas de guerra y las heridas de guerra como lo que son, hay qué portarlas con orgullo porque traen una historia detrás. Es hora de voltear al cielo con tus pies descalzos hacia arriba y morir de la risa porque una paloma te cagó el cabello, o la cara, o la mano que está entrelazada con la tuya mientras le encuentras forma a las nubes. Es hora de que madures y no te escondas de la lluvia, ella no lo hace de ti, porque aunque arruine tu bonito vestido o tu cabello perfecto, a las 5 de la tarde puede provocar el arcoiris más brillante que pudieras haber visto, te dará el olor que quisieras guardar en una cajita para cuando extrañes el agua sobre la tierra y poder aspirar con la fuerza de tus pulmones, como queriéndote tragar el olor a tierra mojada. Es el momento ideal para caerte y reírte de ti mismo.
Estamos en edad de hacer el ridículo y tener historias que contar a nuestros descendientes. Las mismas historias que contaremos una y otra vez, como nuevas cada que alguien pida que hablemos de ellas. Porque lo senil será nuestro compañero después de los setenta años.
Dicen que de los errores se aprende, si no aprendiste, entonces el error fue echado en saco roto y el dolor de aquel momento también. Aprender a deshacernos de los miedos de siempre y como va. Sabemos que después del suelo, sólo hay un infierno (que sólo los muertos saben si existe) esperándonos con sus puertas abiertas.
Anímese a ser lo que quiera ser, pero sea el mejor...
"don't be, another brick in the wall"
Soy muy pertinente cuando no se trata de mí, ¿le doy un consejo?, haga lo que le dé la gana, las consecuencias vienen en bolsas biodegrables, no les tenga tanto miedo.
El temor entre muchos, se convierte en partículas poco visibles.
Y haciendo referencia a un genio musical inglés:
"together we stand, divided we fall".
Este texto fue escrito el 28 de mayo de 2011, no tenía tinte político alguno. Ahora tampoco, gozo de la libertad de expresión que, todavía, me queda.