Un día laboralmente furioso estuvo a punto de impedirme que
me sentara a escribir pero me pareció demasiado ingrato.
“these are my words that
i've never said before,
I think i'm doing okay, and this is the smile that i've never shown before…”
I think i'm doing okay, and this is the smile that i've never shown before…”
Gracias.
Todo giró en torno a esa palabra. ¿Señales? ¿Casualidades? ¿Causalidades?
No se sabrá, pero gracias.
Empecé haciendo una llamada a mi madre donde me dice que uno
de mis tíos está muy grave de salud y se espera el peor de los escenarios, no sé si sean fatalistas o si en verdad
el panorama no sea nada bueno. Después de más o menos veinte minutos colgué con
la misma frase de siempre: cuídense
mucho, los quiero. Y gracias por todo –añadí ese último enunciado que poco
lo uso con ellos y colgué-.
Ese gracias salió de no sé dónde, como por voluntad propia, como si yo
fuera de mi voz y no ella de mí; no me molestó. Acto seguido me vino un
flashback de hace pocos días en que mi hermano, me agradecía todo lo que había
hecho por él. Le pregunté qué había sido, yo no recordaba. Me respondió: “primero;
por existir. Segundo; porque fuiste la primera que me ayudó cuando yo estaba en
crisis de todo, cuando tenía que pedirle a mi papá –ya teniendo familia- porque
no podía conseguir trabajo y me diste parte de tu pago para comprar lo que
pudiera aunque a ti no te sobraba tampoco, lo tomé porque eras tú; contigo no
me daba pena ni me sentía miserable, eres mi hermana”. Comencé a reírme porque no recordaba eso; tampoco que lo tuviera
tan presente. Mi familia es católica; yo no. Entonces cerró con un: “que Dios
te bendiga siempre y te dé multiplicado lo que le has dado a tantos y ni
siquiera te das cuenta”. Seguí riéndome pero no en burla, en verdad me daba
gusto/alegría saber que había hecho algo bueno, una vez siquiera. Más cuando
viene de una de las personas más inexpresivas de afecto que conozco; él.
Tuve sonrisa idiota toda la
tarde. Me puse a rondar por Twitter
vi la publicación de una amiga cuyo novio se tatuó un Gracias en el brazo; creo que por primera vez entendí el mensaje. Vi
por lo que estaba rodeada en ese momento, hablo de cosas materiales, sí; pero
más que eso era ver la historia que tenía cada una que estaba a mi vista, era
ver a cada persona que me había dado algo en esa tacita, esa lámpara, esos
dibujos, esos libros, esa flor. Todo era perfecto ahí, donde estaba. Y di
gracias hasta de mi caída de hace dos semanas que me tiene entre postrada y no,
porque siempre me levanto. Más o menos idiota, pero lo hago.
Seguí trabajando, recordé que
cumplía años mi cuñada y la felicité; respondió (literal): “Muchas gracias, y
muchas más porque gracias a ti mi felicidad está completa, porque por ti conocí
lo más hermoso que me ha pasado en la vida que es tu hermano, y gracias a eso
existe mi pequeña; tú hiciste que mi vida fuera plena… gracias a ti por todo”,
no lloré.
Claro que lloré, pero muy
discretamente.
Entonces vi mi vida en
perspectiva. Estoy en ese punto que ni sabía que podía existir y soy la única
que no lo apreciaba. Estoy rodeada de quienes tienen, quieren y deben estar.
Seguí trabajando, trabajamos mucho todo el día pero no dejaba de pasar por mi
cabeza toda lo que tengo qué valorar. Desde las partidas de madre que me han
dado; las personas que no me quieren; los no’s que me han quebrado; los sí’s de
los que me he arrepentido; hasta aquéllos que dan su brazo por mí; ésos que no
importa qué, saben ser; y más por esos otros que no comparten lo que yo pero lo
respetan y siguen viéndome como lo que soy, un asco de persona muy afortunada.
Tal vez tenemos tanto qué
agradecer, que nos hacemos flojos como para recordarlo y por consecuencia, malagradecidos.
Tal vez deberíamos tatuarnos esa
palabra para que, cuando lo olvidemos y andemos volando alto sin recordar lo
que pudo haber costado, tenerlo en cuenta.
Porque un Gracias nunca va a sobrar. Ni soy muy creyente pero por alguna razón
estoy bendecida, todos lo estamos.
Estoy en medio de la tabla para
mantener el equilibrio, es muy difícil, cualquier cosa te quebranta, te
desconcentra, pero intento seguir así. Si algo hay que tirar; lo tiro. Si algo
hay que cargar; lo hago. Estoy en ese punto en el que le agradezco al perro que
me ladre porque de tantos me eligió a mí, estoy en un pinche punto malditamente
bueno y, por primera vez, Estoy dispuesta a defenderme de mis propios boicoteos.
“…all
the mistakes, one life contained they all finally start to go away. Now that we're here its so far away and i feel
like i can face the day. I can forgive and i'm not ashamed to be the
person that i am today”,
Ah, claro. Gracias por leer.