29.1.14

I think i'm doing ok, dice la canción y yo le creo.

Un día laboralmente furioso estuvo a punto de impedirme que me sentara a escribir pero me pareció demasiado ingrato.

“these are my words that i've never said before,
I think i'm doing okay, and this is the smile that i've never shown before…”


Gracias.


Todo giró en torno a esa palabra. ¿Señales? ¿Casualidades? ¿Causalidades? No se sabrá, pero gracias.

Empecé haciendo una llamada a mi madre donde me dice que uno de mis tíos está muy grave de salud y se espera el peor de los escenarios, no sé si sean fatalistas o si en verdad el panorama no sea nada bueno. Después de más o menos veinte minutos colgué con la misma frase de siempre: cuídense mucho, los quiero. Y gracias por todo –añadí ese último enunciado que poco lo uso con ellos y colgué-.

Ese gracias salió de no sé dónde, como por voluntad propia, como si yo fuera de mi voz y no ella de mí; no me molestó. Acto seguido me vino un flashback de hace pocos días en que mi hermano, me agradecía todo lo que había hecho por él. Le pregunté qué había sido, yo no recordaba. Me respondió: “primero; por existir. Segundo; porque fuiste la primera que me ayudó cuando yo estaba en crisis de todo, cuando tenía que pedirle a mi papá –ya teniendo familia- porque no podía conseguir trabajo y me diste parte de tu pago para comprar lo que pudiera aunque a ti no te sobraba tampoco, lo tomé porque eras tú; contigo no me daba pena ni me sentía miserable, eres mi hermana”. Comencé a reírme porque no recordaba eso; tampoco que lo tuviera tan presente. Mi familia es católica; yo no. Entonces cerró con un: “que Dios te bendiga siempre y te dé multiplicado lo que le has dado a tantos y ni siquiera te das cuenta”. Seguí riéndome pero no en burla, en verdad me daba gusto/alegría saber que había hecho algo bueno, una vez siquiera. Más cuando viene de una de las personas más inexpresivas de afecto que conozco; él.

Tuve sonrisa idiota toda la tarde. Me puse a rondar por Twitter vi la publicación de una amiga cuyo novio se tatuó un Gracias en el brazo; creo que por primera vez entendí el mensaje. Vi por lo que estaba rodeada en ese momento, hablo de cosas materiales, sí; pero más que eso era ver la historia que tenía cada una que estaba a mi vista, era ver a cada persona que me había dado algo en esa tacita, esa lámpara, esos dibujos, esos libros, esa flor. Todo era perfecto ahí, donde estaba. Y di gracias hasta de mi caída de hace dos semanas que me tiene entre postrada y no, porque siempre me levanto. Más o menos idiota, pero lo hago.   
Seguí trabajando, recordé que cumplía años mi cuñada y la felicité; respondió (literal): “Muchas gracias, y muchas más porque gracias a ti mi felicidad está completa, porque por ti conocí lo más hermoso que me ha pasado en la vida que es tu hermano, y gracias a eso existe mi pequeña; tú hiciste que mi vida fuera plena… gracias a ti por todo”, no lloré.

Claro que lloré, pero muy discretamente.

Entonces vi mi vida en perspectiva. Estoy en ese punto que ni sabía que podía existir y soy la única que no lo apreciaba. Estoy rodeada de quienes tienen, quieren y deben estar. Seguí trabajando, trabajamos mucho todo el día pero no dejaba de pasar por mi cabeza toda lo que tengo qué valorar. Desde las partidas de madre que me han dado; las personas que no me quieren; los no’s que me han quebrado; los sí’s de los que me he arrepentido; hasta aquéllos que dan su brazo por mí; ésos que no importa qué, saben ser; y más por esos otros que no comparten lo que yo pero lo respetan y siguen viéndome como lo que soy, un asco de persona muy afortunada.

Tal vez tenemos tanto qué agradecer, que nos hacemos flojos como para recordarlo y por consecuencia, malagradecidos.

Tal vez deberíamos tatuarnos esa palabra para que, cuando lo olvidemos y andemos volando alto sin recordar lo que pudo haber costado, tenerlo en cuenta.

Porque un Gracias nunca va a sobrar. Ni soy muy creyente pero por alguna razón estoy bendecida, todos lo estamos.

Estoy en medio de la tabla para mantener el equilibrio, es muy difícil, cualquier cosa te quebranta, te desconcentra, pero intento seguir así. Si algo hay que tirar; lo tiro. Si algo hay que cargar; lo hago. Estoy en ese punto en el que le agradezco al perro que me ladre porque de tantos me eligió a mí, estoy en un pinche punto malditamente bueno y, por primera vez, Estoy dispuesta a defenderme de mis propios boicoteos.




“…all the mistakes, one life contained they all finally start to go away. Now that we're here its so far away and i feel like i can face the day. I can forgive and i'm not ashamed to be the person that i am today”,



Ah, claro. Gracias por leer.
Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.