14.6.13

Rob...

"Every minute after midnight All the time I'm spending Is just for workin'on my rewrite Gonna turn it into cash..."

Yo no sé qué vi.

Tampoco sé si lo soñé o si estaba esperando el efecto de las pastillas. No sé si mis ganas de sentirme aferrada a algo, mis ansias de pensar que mis raíces -aunque lejos- seguían conmigo, hicieron que imaginara lo que ahí había.

El lado izquierdo de la cama suele ser mío, al menos al acostarme pues siempre despierto como Cristo invertido. Mi casa provisional (a la que le llamo madriguera por sus 30 metros) la recibí con un sillón duro como mi cabeza, un buró y un escritorio; mi escritorio.

Es un espacio raro. Cómodo, con un pedazo de patio que da lugar a un tragaluz y no sentir que estoy 'en un cuarto subterráneo para estar lejos de Dios y con la cara finísima de la soledad'. Sí, estoy sola pero no solitaria; siempre algo me acompaña.

Uno no se conoce hasta que se sabe solo. Pero solo en serio. A nueve horas de la gente que no importa en qué tanta mierda te metas, soportarán la pestilencia y hasta ayudará a salir limpio. Cuando un teatrero me dijo 'mucha mierda' yo también di por hecho que me deseaba éxito pero igual soy una excepción. Quizá en verdad todo se va a ir acomodando y me voy a reír de esto en unos meses: siempre se pasa, yo nomás' respiro profundo.

Después del intro con desviación hacia una nada, retomo: mi escritorio.

Mi escritorio tiene un nombre pero sólo yo lo sé porque uno ya está etiquetado de loco como para andar dejando asentado para la posteridad que así es.

Mis causalidades fueron muchas. Desde comenzar en la última página en los anuncios; hablar de urgencia con el arrendador y pasar el casting' que éste nos hizo a los candidatos para ver quién se quedaba con el espacio. Me quedé yo de cuatro que ahí estábamos; que el edificio donde -por ahora- laboro esté exactamente a 5 minutos, estar junto a un bar y, la causalidad más bonita: mi calle se llama Tolstoi, soy vecina de Dante y a una vuelta me esperan Víctor Hugo y Leibnitz.

Esa noche, para variar, yo no dormía. Esperaba a que las  dormitivas' hicieran lo suyo y poco a poco fui cayendo. Así, como un perro que se resiste a los efectos de la anestesia, entreabría los ojos pero no cedía.

Entonces te vi; sentado en mi silla, en mi escritorio y, lo más descarado, con mi libreta amarilla y la única pluma que llevaba. Lo único en lo que pensé es en que se iba a terminar mi tinta o que arruinaría mis apuntes. No hubo susto porque yo no sé qué tan conciente estaba pero te veía escribir, o mover la pluma como si eso hicieras, luego arrancabas mis hojas y las tirabas al suelo. Pregunté quién eras y qué hacías, ya no en mi casa, ¡en mi escritorio!, y me dijiste que para estar soñando hacía muchas preguntas. "Estás en mi espacio, lo menos que merezco es una respuesta", contestaste: "soy Rob' y estoy tratando de terminar algo, no necesitas saber más". No hablé más y lo dejé que usara mis cosas.

Rob era un tipo, entre sombras fue lo que noté, de cabello rizado, robusto y dado que estuvo sentado no noté si era alto pero su tronco indicaba una estatura promedio. Usaba una camisa oscura con los puños arremangados y tenía un tatuaje en la muñeca izquierda de un símbolo que desconozco. Era zurdo.

No hablé más y ya no supe a qué hora dormí. A la mañana siguiente estaba mi libreta abierta en una hoja que sólo decía 'Rob' con letra que no parece ser mía. Mi lógica dice que me levanté sólo a escribirlo para recordarlo al día siguiente; es lo más conveniente de pensar o ya no querré vivir sola.

A veces, cuando ya ando por la fase dos del sueño, siento que mi almohada (la que no uso) se hunde pero me ignoro porque a lo mucho sería un Rob confianzudo que se cansó de escribir y decidió recostarse.

Esa misma noche, cuando logré dormir: Sebastopol fue todo mi escenario. Ese Tolstoi tan explícito, con su tanta sangre, sus tantos caídos. Y mi tanto trauma.

Vamos a escribir hasta que se vuelva rutina. Vamos a escribir hasta que sea necesario. Vamos a escribir incluso dormidos. 

"I'm workin' on my rewrite, that's right Gonna change the ending Throw away the title Toss it in the trash"
Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.