18.11.12

Explosiones.


Ella sólo quería dormir y olvidarse por un rato de que estaba viva. Lo necesitaba, lo deseaba pero sobre todo lo merecía.

Bajó a desayunar a las 7:10 de la noche aproximadamente. Un cólico la tuvo tirada en cama toda la tarde. Su único trayecto era caminar de la cama al baño para cuando necesitaba vomitar; cuando no, sólo permanecía como un feto, cobijado, buscando los pedacitos de sol que se iban moviendo conforme el día avanzaba.

Tenía hambre pero quería descansar. No hacer nada cansa la mente, se piensa tanto, en todo y en nada que se agota y se desgasta. Antes de preparar su comida buscó el pastillero de su mamá para tomar algunas píldoras para dormir pues toman de las mismas. Su organismo es muy resistente al medicamento por lo que sus dosis siempre son mayores. Tomó tres pastillas y las tragó antes de probar el primer bocado del día.

Todo iba bien, terminó de comer y subió de nuevo para volver a recostarse mientras escuchaba música. Escuchaba a Ellie Houlding cuando algo raro empezó a sentir pero no hizo mucho caso pues creyó que era parte de los mismos desvelos.

Empieza a sonar Explosions y quedó en repeat, entonces la taquicardia se agudizó pero creyó que era la euforia que la canción le provocaba. Le siguió el sudor y temblor de manos, mareos y comenzó a escuchar la música con eco. Ya no se sentía bien pero.seguía ignorándose hasta que sintió las manos dormidas y optó por preguntarle sobre las pastillas, estaba sola y tuvo que comunicarse por teléfono.

Le dijo lo que había tomado y de dónde, de ahí comenzó la movilización por el error más estúpido de los últimos días; tomó tres pastillas para bajar la presión en lugar de las que comúnmente toma para dormir.

Tuvo que vomitar, otra vez, ponerse miel en las encías, dulces y refresco para compensar la baja de azúcar que la confusión le había causado. Tampoco se le permitió dormir durante varias horas "para que el organismo no se distrajera", dijeron. Hace años que no tenía tanto sueño pero tuvo que mantenerse despierta.

No habían sido buenos días. La encontraban intolerante, hostil, triste, frustrada, con la mirada perdida y los pensamientos lejanos, distraída, siempre con los ojos vidriosos aunque no hubiera llorado.

El regaño no se hizo esperar.

- Lo hiciste, eso querías.
- No, en verdad quería dormir nada más.
- No te creo. Ni te creo que hayas vomitado. Ni que hayas confundido las pastillas.
- Yo sólo quería dormir. Sí quisiera otra cosa no hubiera preguntado nada.
- No te creo.

Sigue sin creerle.

Ella no le tiene miedo a la muerte. La espera desde hace quince años pero sabe que no llegará, por eso vive sabiendo que del suelo no pasa y superando día con día las estupideces, como si se retara a sí misma. Sin embargo, pasaron casi tres horas en las que estuvo pensando en lo que podría pasar; sola, en pijama, oyendo Explosions en un loop que parecía programado, con su mascota al lado nada más.

Quiso empezar a escribir sobre lo que pensaba en ese inter' de casi tres horas pero le pareció irrelevante, aunque más que nada, triste; no pasó la vida por sus ojos, ni personas entrañables, ni recuerdos extrañables, no pensó en vivos ni en muertos, ni en cosas que no hizo o no concluyó. Era como si fuera a morir alguien que ya había muerto desde años atrás y no tuviera nada en qué pensar en esta muerte, nada de qué arrepentirse, a quién perdonar o a quién pedirle perdón, nadie a quién decirle "te quiero" o "te odio". Era un saco sentado a la orilla de la cama esperando una nada.

Seguía sonando la misma canción. Hizo un gesto sonriendo y lo único que dijo fue:

- ¡Qué bueno que eres tú quien está conmigo!

Le acarició la cabeza a su perra, se acostó con los pies colgando, respiró como si fuera la última vez y cerró los ojos para dormir.

Abrieron la puerta de su casa, la perra empezó a ladrar, subieron corriendo para despertarla y lo hizo sin problema. No habían pasado ni 5 minutos.

- ¿Por qué tanto escándalo? Sólo quiero dormir.

Fueron tres horas con la misma canción; quizá ya crearon un vínculo.

Ella, y yo, sólo queremos dormir.

"It's ok to be afraid... But it will never be the same"

Y aquí no hay cuerpos a quién llorar. 
 
Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.