5.4.23

365 días

"El perro se ha ido. Lo echamos de menos. Cuando suena el timbre, nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro"

- Lydia Davis.

Extraño también sus casi 3 kilos. Su calor acostado en los huequitos de mis piernas al dormir. Su manchita color café con leche en el lomito. Su lunar por el que tenía que advertirle a sus peluqueros que tuvieran cuidado para que no la lastimaran. Su ojito albino. Su amor. Su desdén. Sus ladridos. Su desesperación porque no le daba rápido sus antojos. Su amor y su desdén. Sus mordidas. Su olor. Las gomitas de sus patas. Su desdén amoroso o su amor desdeñoso. 

Extraño todavía más el tiempo que en mi cabeza faltaba para que mi perra muriera. 

Hace un año sentí dolor en serio porque decidí que lo que más quería ya no debería sufrir. Así debía ser. Mi amor tenía que ser más fuerte que mi egoísmo para retenerla, aunque tenía más de dos semanas que se había ido. Raúl me ayudó mucho. Entonces Raúl se fue y sentí necesitar a Estopa para que me ayudara a no extrañarlo, o necesitarlo, y se volvió un círculo muy extraño de entes que me dejaron sola en un plano que, la mayor parte del tiempo, no entiendo. Por ahí deben de andar. 

Estopa cumple un año de estar sin mí. Ha de ser bien feliz, la perra 🐬🤍
Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.