18.12.12

No seas cruel, querido.


“Our time is running out, you can’t push it underground, you can’t stop it screaming out”



Pasaba una y otra vez.

Presumiendo su eternidad, su alcance, su poderío.

Estuvo cuando nací, en mi fiesta de tres años, en el concurso de conocimientos donde quedé en segundo lugar, en mis graduaciones, en mis conflictos, en mis peleas y en mis pesares. También fue testigo de mis mejores días y de mis carcajadas más fuertes, eso no puede negarse.

Siempre me busca pero lo ignoro y hago como que no está, la verdad es que le tengo miedo desde que recuerdo; si no era porque temía que se llevara a mis padres, era porque sabía que no había plazo que no se cumpliera, así fuera un examen o un tenemos que hablar, siempre llegaba. Entonces cuando soy yo la que quiero hablar con él sucede lo mismo y finge que no me ve, que no me escucha, que no me siente: que no estoy.

Quisiera no tener que pedirle nada pero me es inevitable, me tiene desde que di mi primer grito cuando salí de donde nunca debí: el vientre de mi madre. Ese lugar cálido, húmedo y seguro. Es el mejor búnker que he tenido pero fue él mismo quien decidió que sólo estuviera nueve meses y una semana dentro, me concedió una semana más, ¡qué benevolente!

Pasaron veintidós años y de repente me di cuenta que ya era su esclava y él gustaba de mover mi mundo cuando y como quería. No tenía opción, yo era suya pero él mío no.

Todos los días, o las noches, viene a susurrarme que seguirá pasando y no puedo hacer nada contra él, es cuando mi sumisión brota, agacho la mirada y dejo que pase incluso abriéndole camino. Soy indefensa e inútil ante él, está escrito que siempre me llevará la delantera. Yo sigo viendo al suelo, esperanzada a que en mi camino me encuentre una moneda de la suerte o algo que me distraiga. Nunca pasa.

Justo ahora está aquí, diciéndome que me resigne, que pasó, pasa y  lo seguirá haciendo, que no hay vuelta atrás, que el hubiera existe, pero no, y que me queda menos para arrepentirme de lo que hice o dejé de hacer, que no me desgaste, que mis decisiones fueron mías solamente y hay que aprender a vivir con sus consecuencias. Es sensato el maldito. Es cruel, es duro y no sabe de tacto pero sigue conmigo, es mi compañero.

"Yo sólo paso y tú estás para mí porque no es tu obligación, es tu naturaleza".

Entonces me quedo sentada, esperando que camine de la forma en que más le agrade, sé que seguirá hasta que se me acaben las letras pero espero que no siempre esté recordándome su omnipresencia.

Sé que es inevitable que sigas pasando pero te pido seas amable. De cualquier manera yo siempre voy a estar donde tú digas, querido tiempo.

Creo que te odio.

4.12.12

Sólo siente.



Y cuando se dio cuenta, su noche se había convertido en un festival de colores, no precisamente los más alegres, pero dentro de su gama, muy expresivos.

En un principio, la intención era hacer la letra de una canción que alguien le había pedido pero terminó sacando más que eso de ella. No podía ocultar su esencia; sus tonalidades iban del negro al gris hasta llegar al azul. Todos tan sombríos como lo estaba ella en ese momento. Dieron las 4 de la mañana y había pasado una, dos, tres horas mientras no lograba ver claro. De verdad le era difícil pensar cuando lo sentía como una orden.

Intentando escarbar en sus recuerdos para ver si lograba obtener cualquier cosa, finalmente pudo explicar algo de lo que la angustiaba desde días atrás. De esas angustias que son infundadas y no encuentras su raíz por más repasos que hagas. Había llegado a la tan frecuente y nada gloriosa “sensación fetal”.

En fetal con los ojos abiertos pero siempre lagrimando y con el corazón golpeándole como si tuviera puños, como si se hubiera puesto guantes, el muy desgraciado, y fuera el pecho aquella pared que quería derrumbar. Es ese malestar de sentirse más pequeña y ahí adentro hubiera “ella” dentro de sí misma en igual posición y con el mismo miedo. Entonces se mete más adentro y dentro del feto, visto en toma aérea, hubiera otro y otro y otro, cada uno superando el temor del anterior. Ahí es donde empieza a rasguñar su cara, la de la posición fetal principal, donde siente la desesperación más grande y empieza a golpear como alguien que es enterrado vivo dentro de su caja y quiere salir de ella misma. Después nota que está en un loop que no termina, que el feto es infinito y que no va a salir de ahí. Cierra los ojos y se ve en cada cigoto; y el que sigue y el que sigue, entonces se hunde, la cama es inmensa, se pierde como un barco en medio del mar esperando a ser rescatado. Rezar no sirve, ya lo comprobó.

En esos momentos deja de vivir; ni duerme, ni piensa, ni respira, sólo siente.


“A monkey’s built a house on your back, you can’t anyone to come in the sack”

Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.