18.12.13

A mis 9; a mis 21; a mis 30.

No me dejan dormir estos casi treinta años que traigo encima.

Siempre me creí tan única, tan auténtica, tan nadie como yo o yo tan como nadie, que pensé sería inmune a esa cosa llamada crisis de la edad de lo que he dado fe que les ha golpeado a muchos. "Es sólo un día más; una fecha más; un año más", me repito. Y es que todos los días son únicos, nunca he sido devota de celebrar cumpleaños porque en todo caso, creo, debería celebrarse o llorar o lo que hagas cada día de igual manera.

Según los que no me conocen aparento menos edad; pienso igual y me comporto peor. Hace mucho que ignoré a la vergüenza, 24 años más/menos, cuando supe su significado. Por eso el ser infantil y no tener empacho en mostrarlo no me es difícil.

Cuando era niña, jugábamos siempre los mismos roles entre las vecinas de mi calle; yo era la hermana de 21 años que, como me parecían muchos, daba por hecho que tendría una vida hecha y lista para morir porque, se supone, que ya tenía todo lo que hubiera querido. Claro que no tenía noción del tiempo ni del espacio y llegar a esa edad me parecía muy lejano. 

No fui una niña profeta.

21 años. No era la profesionista consagrada que la 'yo' de 9 visualizaba en sus juegos. Ni siquiera sabía que estaba haciendo con lo que llevaba de vida. Estaba estudiando mi segunda carrera -que no me gustaba-, no tenía el novio  perfecto, vivía en casa de mis papás y emocionalmente estaba cuasipodrida por la noticia que cambió mi todo.

22... 23... 24... 25... Me proclamo reina del autoboicot de la década.

26... 27. Tuve al amor de mi vida: mi bar. Por z's razones tuve que cerrarlo. La salud mental es intangible pero es la que más fácil se rompe; yo ya no podía con eso.

28; despilfarro y ociosidad, a nadie le va mal un tiempo en el aire, sin rumbo, flotando.

29; otro de mis amores de la vida: DF. Mi amor a distancia porque así será; lo amo pero no podemos estar juntos.

A mis 29 todo iba normal hasta hace algunos meses cuando desperté pensando en que cuatro sílabas se resumirían a dos al mencionar mi edad. Entonces empecé a ver con lupa el mínimo detalle de cambio en mí. Mi primera cana, tres en todo el año, las ojeras se acentúan, arrugas aunque a veces creo que me las invento, dolores musculares y en partes que ni sabía que existían, cansancio extremo (ya no aguanto cuatro días de fiestas), preferir quedarme a ver películas los fines de semana que buscar socializar, entre otras muchas cosas.

Sería imposible poder enlistar importancias en tanto tiempo; necesitaría hacer diagramas de árbol para hacer mi relación año/suceso por mes y me llevaría el doble de los que estoy por cumplir.

Estoy bien. Voy a estar mejor porque qué triste debe ser estancarse en tu propio tú. Sigo siendo la adulto que se rehúsa a crecer, o a madurar, da igual. La que grita, la que llora y luego ríe, la que se burla de la pena ajena porque sé que lo harán cuando yo esté en el otro lado, la que canta, la que se pone histérica cuando hay mucha gente, la que ronca cuando duerme mal, la que siempre trata de hacer que los demás rían, la aprehensiva, la nerviosa, la que babea porque le hace falta un cambio de empaques, la irrespetuosa, la pinche vieja, la hermana, la tía, la hija, la amiga, la que finge un desmayo para romper la tensión, la que no come y no duerme en días, la preocupona, la que da consejos sin aplicarlos a su vida, la hostil con los hostiles, la que no quieres que sea o esté. Soy todo eso y más.

No hay lista pero no puedo quejarme; no debo arrepentirme y no quiero cambiar nada de lo bueno o malo que he hecho porque, a final de cuentas, todo ha sido la reacción de alguna acción que yo elegí. Está conmigo quien debe estar y estoy con quien me permite que sea recíproco. Me gusta mi trabajo y lo mejor ¡Me pagan por hacerlo!, y viene más para 2014, a eso se le suman más proyectos que espero se logren y diversificarme sin dejar el campo en que estoy. No tengo una casa que sea mía pero el hogar lo hace uno mismo, ya sea una casa rentada o donde more uno. Tengo mi música, mis fotografías, mis libros y todas las imágenes que no son mías pero las traigo en la mente y creo que en parte ya las robé. Nunca me he quedado con las ganas de nada y lo que podría ser aún no lo considero en los hubiera', simplemente un stand by. Tengo mucho. Más de lo que mi 'yo' de 9 años esperaba, o mejor, cosas completamente distintas a lo que creía que sería.


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Y a ver qué me espera; ya estaré el próximo diciembre escribiendo sobre eso.

Feliz casi cumpleaños, Sandra de casi 30; sigue haciendo lo posible para que tu Sandra de 9 años no sienta lástima de lo que se convirtió al ser adulta.

"And i feel like i can face the day, I can forgive and i'm not ashamed to be the person that i am today..."



Son las 5:23 am, hoy vamos a dormir, Sandra niña. Siempre te voy a cuidar.

Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.