21.7.13

El primer suicidio.

Ya no sabía qué día era.

Había sido tanto el tiempo encerrada que, dado que en el cuarto donde estaba no había tragaluz alguno, no tenía noción del tiempo, sólo del espacio que era en el que se había conducido en ese lapso. 



"Wine is fine but whiskey's quicker, suicide is slow with liquor, take a bottle and drown your sorrows then it floods away tomorrows"




Era su primer suicidio. 

Nada fácil; plantear un escenario fatalista no tiene porqué serlo. Se llamaba Ana, siempre bromeaba con que su nombre era corto como lo sería su vida. Iba a cumplir 26 en medio mes pero nunca le gustó celebrar; quiso ganarle al tiempo y al parecer lo logró. Como un anciano preparándose ante su partida; hizo todo para no provocar conflictos después de muerta; pagó deudas, pidió perdones, perdonó también, dijo los te quiero que creyó pertinentes y les alegó a los que sabía que la querían que debía hacer un viaje de trabajo y podría estar incomunicada por lo que no les pareció raro pues estaban avisados. Además: "Ana es una loca, pero siempre vuelve", decían.

Tenía tiempo pensándolo pero sólo de hacerlo se sentía culpable. Era su momento; estaba bien en todos los aspectos de su interés excepto uno: vivir. El tedio que le provocaba comer, dormir, despertar, bañarse o cualquier cosa perteneciente a una rutina la sobrepasaba. "¿De esto trata la vida?", se lo preguntaba a diario.

Un día pasó por una licorería y compró una botella de whiskey, tenía frascos de pastillas para dormir y sabía qué hacer. Aunque también sabía que podía fallar y lo último que quería era vegetar hasta que, ahora sí, de manera natural pasara lo que ella ya esperaba esa noche, por lo que disolvió kilo y medio de sal en agua de limón y lo bebió. "No vuelvo a suicidarme, a la próxima prefiero tomar tres litros de bilis", dijo.

Pasaron tres horas. Tres en las que estaba entredormida y con la presión al suelo por el exceso de sal. Pensó en todos y en todo. Lloró, vio fotos, escribió, se arrepintió por un momento pero la decisión ya estaba tomada y en marcha. Se puso el vestido que más le gustaba y se arregló como si fuera a salir. Se recostó en posición fetal, con el rimel corrido de las lágrimas que se habían colado. Mientras, esperaba con música de fondo desconocida para no hacer asociaciones en su próxima vida. Ahí se perdió en las horas y durmió... como tantas veces lo había pedido. 

"Made your bed, rest your head..."



Después de tantos días de cautiverio; tomó sus llaves, sus audífonos y salió a caminar como si todo fuera nuevo. Le fue demasiado pesado escribir su primera historia con final triste -aunque feliz para Ana- pues era lo que ella buscaba.

Ana no volvió. Le ganó al destino, a la vejez y a la vida...

¡Oh, Ana!



"Where to hide, suicide is the only way out, don't you know what it's really about"
Más importante que llamarse Ernesto, es elegir la banda sonora de tu vida.